martes, 8 de junio de 2010

25042010 ~ Cruel decepción filmada en Júpiter al lado de Apolo enamorado de Cantinflas, el espadachín encantado de Polonia.

El invierno me sabe amargo. Los rayos de sol desaparecen y las hojas se marchitan, luego caen de sus ramas. El pasto crece, la gente lo fuma. Las vacas vuelan y las bocas echan espuma. Epilepsia en las calles y folladuras por doquier. Los techos se derrumban y crecen antenas. Los árboles se tuercen y los aviones caen del cielo como quien dispara a un pato que vuela con su gente hacia donde la hambruna los lleve. Las edificaciones de adobe comienzan a caerse porque la gente es mediocre. Las palomas se comen los cerebros de la gente y al vagabundo de la esquina le da lo mismo que le tiren un billete de 5 mil pesos. Mi cabeza solo quiere un poco de heroína, para luego follarse la cabeza mutilada de una joven noruega de cabellera negra. los caballos corren hacia un acantilado que tiene un letrero en el borde que dice "cuidado, te amo". Las copas rotas llenan de vino mi boca que traga sangre envenenada por mil ballenas que danzan en patines sobre las rocas del monte judío ensangrentado por la historia del espacio exterior que amenaza con la muerte a millones de caballos de mar. La gente escapa de sus países porque los delfines los tienen con metralladoras amarradas en los refrigeradores de cada casa redonda que se encuentra familiarizada a la choza del Tío Bruno. Pero a nadie le importa, nadie quiere saber nada de todo esto. Nadie. Nadie. Nadie. Todos son tartamudos sordomudos ciegos sin frenos ni masajes para poder caminar en silla de ruedas para alcanzar el cielo por la escalera mecánica que te lleva al infierno de Grecia. Al fin y al cabo, los asexuales se masturban pensando en jirafas, y nadie les dice nada.

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